Se entregaron los premios de la XL edición del Certamen Poético Internacional que organiza la Orden Literaria Francisco de Quevedo

El mantenedor ha sido el poeta manzanareño Federico Gallego Ripoll

Como es tradición, el Claustro del Convento de Santo Domingo acogió el XL Certamen Poético Internacional ‘Francisco de Quevedo’, que cada año organiza la Orden Literaria homónima en Villanueva de los Infantes, en el marco de la Feria y Fiestas y que cuenta con el patrocinio del Ayuntamiento a través de la concejalía de Cultura.

Un evento que se celebra con ceremonial, usos y costumbres del siglo XVII y que abría la maestra de ceremonias, Saray Ferrer, para a continuación tomar la palabra el Gran Maestre de la Orden, Juan José Guardia Polaino.

 El mantenedor de esta edición ha sido el poeta manzanareñoFederico Gallego Ripoll, quien destacó la importancia de un acto con el poder de las letras como argumento de libertad.

Previamente, la Escribana Mayor de la Orden, Presentación Pérez, procedía a la lectura del acta del jurado, tras la cual tenía lugar a la investidura y entrega de pergaminos a los premiados en cada una de las categorías, así como a la lectura de trabajos. El jurado ha estado compuesto por los miembros de la Orden Literaria: Miguel Blasco Alberite, Eloísa Pardo Castro, Antonio Gómez Rufo, Juan Santos Santos, Juan José Guardia Polainoy Presentación Pérez González.

El primero en subir al escenario fue el poetaLorenzo Asensio Jambrina, ganador del Premio “El Buscón” para menores de treinta años.

A continuación subía a recoger su galardón el poeta Alejandro Rafael Alagón Ramón, ganador del Premio Tema Libre, dedicado al poeta Rafael Simarro, por su poema titulado ‘El jardín del Edén’

El ganador del Premio Don Francisco de Quevedo, dotado con 900 euros, investidura de Gran Comendador y pergamino ha sido el poetaAlberto Chessa, con su poema ‘En la tumba de la Torre’.

Por último, respetando el ceremonial tradicional de este acto, los caballeros de la Orden Literaria, acompañados de las damas y caballeros de las fiestas, abandonaron el claustro de Santo Domingo para llevar la corona de flores al busto de Don Francisco de Quevedo que se encuentra en la Plaza de San Juan.